He aquí una analogía: imaginemos que participamos en un insólito concurso para encontrar el punto más alto del planeta sin que se nos permita mirar un mapa. Podemos proponer cualquier conjunto de coordenadas y nos dirán la altitud: por ejemplo, «50.945980, 6.9734456», y nos responden: «Son sesenta y cinco metros por encima del nivel del mar». Luego podemos proponer otro punto, y otro, y otro, tantos como queramos hasta que se acabe el tiempo. ¿Qué estrategia utilizaríamos? Como con cualquier otro problema, podríamos probar con una búsqueda metódica: empezar con «0.000001, 0.000001» y seguir aumentando los parámetros. Pero no es muy probable que cuando se acabe el tiempo hayamos encontrado una altitud suficiente para ganar el concurso. O podríamos probar con una estrategia simple de saltos aleatorios: escoger un conjunto de coordenadas aleatorias tras otro y, cuando se acaba el tiempo, tomar la que marque el punto más alto. Puede que tengamos suerte y que por casualidad hayamos propuesto algunas coordenadas cerca del Everest, pero no es probable que solo la aleatoriedad nos lleve a ganar el premio.