• Encontrar el orden adecuado de nuestras ideas, y revisar cuidadosamente nuestros argumentos. • Abrazar a quien nos contradice. • No hablar para convencer, sino para disfrutar. Apreciar el ejercicio del razonamiento. • Dudar de uno mismo y recordar que siempre podemos estar equivocados. • Usar la conversación como un espacio vital para juzgar nuestras propias ideas. • Conservar un pensamiento crítico vivo. • Evitar prejuicios, diferenciando los ejemplos concretos de las generalizaciones. • Reflexionar sobre lo que hemos aprendido del otro en la conversación.