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Una parte de un buen análisis científico consiste en ver lo que los demás pueden ver, pero en pensar lo que nunca ha dicho nadie.

Las decisiones que tomaba la gente dependían del modo en que se les presentaba la información. La gente no sabía qué quería, sino que recibía indicaciones de su entorno. «Construía» sus preferencias. Y seguía la ley del mínimo esfuerzo, incluso cuando esta les obligaba a pagar un precio elevado.

Los sujetos no elegían entre cosas. Elegían entre descripciones de cosas.

La realidad es una nube de posibilidad, no un punto

Cuanto más dinero tiene uno, menos valora cada incremento adicional; o dicho de otra manera, la utilidad de cada dólar adicional disminuye cuando aumenta el capital

Los números se comprenden tan mal que no comunican nada. Todo el mundo tiene la sensación de que esas probabilidades no son reales, de que son solo algo en la mente de alguien

En aquel momento, renuncié al análisis de decisiones —contaba Danny—. Nadie ha tomado nunca una decisión basándose en un número. Todos necesitan una historia.

Parte de la buena ciencia consiste en ver lo que cualquiera puede ver, pero pensar lo que nadie más ha dicho.

La mayoría de los médicos procura mantener esa fachada de que son racionales, científicos y lógicos, y esa es una gran mentira —dijo Redelmeier—. Una mentira partidista. Lo que nos guía son las esperanzas, los sueños y las emociones.

Con frecuencia, la diferencia entre ser muy inteligente y ser muy tonto es muy pequeña.